Tras pasar por casa de mi abuelo como hago cada día, me quiso mostrar la nueva pecera que se había comprado. Pero tras un rato mirándola, me di la vuelta y le pillé fijándose en mi culito, dándome cuenta de que el viejito andaba cachondo. Le seguí la corriente y me desnudé para él, terminando por probar su arrugada polla y follándomelo en el sofá, donde acabé con mi cara llena de su lefa.