Tanto mi hermana como yo misma somos unas zorras de cuidado y necesitamos del sexo casi a diario. Nos da igual hacerlo con chicos o con chicas, pero ahora mismo ninguna de las dos tenemos pareja. Por eso, decidimos pasar un buen rato las dos juntas en casa, aprovechando que nadie podía molestarnos. Ella se lanzó a besarme y yo, me dejé llevar en el sofá, donde me dio por el culo con una polla de plástico, para luego pedirme que masturbase su coño con un consolador.